Autor: Richard Bach
(Reseña de Olga López)
Si hubo un libro que me puso “en el buen camino”, poco antes de entrar en la adolescencia, ese libro fue sin duda Juan Salvador Gaviota. En mi opinión, su mensaje principal es que todos podemos llegar a alcanzar la Perfección. Para ello, debemos despegarnos del suelo y “volar”, alcanzando así nuevos horizontes espirituales.
Juan Gaviota era una gaviota normal, como tantas otras, que, harta de la vida monótona y simple de las gaviotas normales, se atrevió a ir más allá y volar como ninguna gaviota de la Bandada había hecho. Por ello sufrió la marginación y el destierro, y tuvo que seguir en solitario sus prácticas de acrobacia aérea, experimentando un progreso que la llevó a otros planos de la existencia. No era una gaviota extraordinaria: lo que ella hizo cualquier otra podía haberlo hecho. No hay que ser nadie fuera de lo común para crecer y progresar. Pero la Bandada, cuando Juan regresó para enseñar a otras gaviotas lo que había aprendido, creyó que era una gaviota sobrenatural que obraba milagros, no entendió cuál era su misión. Algunos, sin embargo, lo entendieron. Y eso supone un resquicio a la esperanza.
Otro libro que recomiendo, también del mismo autor, es Ilusiones. Sigue con el mensaje principal de Juan Salvador Gaviota, pero en esta ocasión los protagonistas son seres humanos. Hay muchas frases en el libro dignas de citarse, pero hay una que se me quedó especialmente grabada:
“Justifica tus limitaciones, y ciertamente las tendrás”
En otro de sus libros, Alas para vivir, el autor formula una teoría, que es en realidad una forma de vivir, y que él denomina “Principio de la Coincidencia”:
“Recuerda que este mundo no es realidad. Es el patio de juegos de las apariencias, en el que practicamos para superar el parecer-ser con nuestro conocimiento del Es. El Principio de la Coincidencia es una herramienta de poder que promete, en este patio de juegos, llevarnos al otro lado de la pared”.
Así explica el autor este Principio:
“…Al centrar nuestra intención consciente en lo positivo, en lo que afirma la vida, al fijar nuestro pensamiento en estos valores, polarizamos masas de conceptos positivos, producimos ondas de probabilidad benéficas, y atraemos hacia nosotros hechos alternativos útiles que, de otro modo, no hubieran surgido a la existencia. En la producción de hechos negativos y en el mediocre intermedio se produce lo contrario. Por abandono o por intención, sin saberlo o adrede, no sólo elegimos, sino que creamos las condiciones exteriores visibles que más concuerdan con nuestro estado de ser interior”.