Autor: Florencio Bao (seudónimo)
(Reseña de Olga López)
Este libro contiene una serie de diálogos agrupados por temas entre el “viejo profesor” (Enrique Tierno-Galván) y el autor del libro, amigo y colega suyo, que firma por cierto con pseudónimo. Hasta aquí todo parece normal, si no fuera porque las conversaciones tuvieron lugar días después del fallecimiento de Tierno-Galván. Esto es, cuando se llevaron a cabo este se encontraba en la antesala de la otra vida. El libro es presentado como un “diálogo-ficción”, dejando al lector la última palabra sobre su posible realidad.
Lo que se dice en este libro es enormemente interesante, y se complementa de alguna forma con las enseñanzas de El libro de Urantia. Tierno-Galván fue durante toda su vida un agnóstico convencido. Esto es, no negaba la existencia de Dios, pero tampoco creía en ella. Sin embargo, ya al final de su vida, cuando la enfermedad que le llevó a la muerte hizo acto de presencia, empezó a albergar serias dudas, empezó a preguntarse si no habría estado equivocado durante todo ese tiempo, si no sería cierto que existe realmente un Ser Trascendente.
Hasta entonces, su máxima aspiración había sido intentar mejorar las condiciones del viaje que es esta vida. Pero, ¿con qué fin? ¿Qué es lo que nos espera al final del trayecto? ¿Qué sentido tiene un viaje más o menos placentero, si luego nos espera la Nada?
Partiendo de estas dudas, el viejo profesor intenta abrir una nueva perspectiva a su amigo y autor del libro, que como él lo fue, es también agnóstico convencido. Y lo bueno del libro es que intenta sembrar la duda en el autor desde la razón y la lógica, no apelando a la fe, pues este argumento no sería aceptado por su amigo, dada su postura ante la vida.
Sobre el tema de la “ceguera cósmica” de la mayoría de los mortales en lo que respecta a Dios, al final del libro, en el último diálogo, el viejo profesor da un nuevo argumento contundente para creer en “la Trascendencia”, como él llama a Dios:
“Buscábamos el CAUSANTE del mundo, y resulta que el causante causó, si es que causó, por amor: tendríamos que haber comenzado por buscar más bien el AMANTE del mundo, de la historia, del hombre. Los que son padres o madres pueden entender muy bien esta monstruosa mutilación perceptiva, esta disparatada ‘incomprensión’: ¿cómo es posible que un hijo sea tan ciego (o esté tan problematizado) que sólo pueda ver en sus padres la fría causación biomecánica de su célula germinal, permaneciendo ciego a lo más rico, profundo, feliz y humano, esto es, la paternidad y la maternidad buscadas como donación gratuita, como limpia voluntad de multiplicar la vida y compartir todo lo feliz que ella puede traer, con un nuevo ser humano?”.
Los que no creen serían, por tanto, los que no ven más que azar y mecanicismo en su propio nacimiento, sin ver que, si han sido puestos en este mundo, ha sido por un acto de amor.
Es éste un libro recomendado para asentar creencias, para dar argumentos a todos aquellos que no sólo dudan sino que además niegan que haya algo después del viaje de la vida terrestre.