Mi párrafo favorito

Joven hablando con JesúsNo fue una tarea fácil para mí decidirme solo por un párrafo favorito de El libro de Urantia. ¡Es que este libro está tan lleno de sabiduría y de párrafos inspiradores! Sin embargo, luego de pensar, reflexionar, y sobre todo pedir una respuesta al Padre, caí en cuenta de que hay una historia a la que retorno una y otra vez. Dicha historia nunca deja de llenarme de satisfacción, inspiración y esperanza. Y es la del «joven que tenía miedo» (130:6). Esta interacción sucede, recordemos, mientras Jesús está «camino a Roma» (doc. 130), antes de su obra pública, e ilustra una de las tantas veces en las que «hacía el bien» «mientras iba de paso» (171:7.9)

Ya que he de elegir un párrafo, permítanme compartir el primero en el que Jesús comienza a asistir al joven con sus palabras esperanzadoras:

Ya a esta altura el joven sentía muchos deseos de hablar con Jesús, y cayó a sus pies de rodillas implorando a Jesús que lo ayudara, que le mostrara el camino para escapar de su mundo de pena y derrota personales. Jesús le dijo: «Amigo mío, ¡levántate! ¡Ponte de pie como un hombre! Puede que te rodeen enemigos insignificantes y que muchos obstáculos obstruyan tu marcha, pero las grandes cosas y las cosas reales de este mundo y del universo están de tu parte. El sol sale todas las mañanas para saludarte a ti como al hombre más poderoso y próspero de la tierra. Mira —tienes un cuerpo fuerte y músculos poderosos— tu físico es mejor que el del hombre promedio. Por supuesto, prácticamente no sirve para nada mientras te quedes sentado aquí en las montañas, lamentándote de tus infortunios, reales o inventados. Pero podrías hacer grandes cosas con tu cuerpo si te apuraras adonde hay grandes cosas por hacer. Tratas de huir de tu ser infeliz; pero eso no puede ocurrir. Tanto tú como tus problemas del vivir son reales; no podrás escapar de ellos mientras estés vivo. Pero, piensa otra vez, verás que tu mente es clara y capaz. Tu cuerpo robusto tiene una mente inteligente que lo dirige. Pon tu mente a trabajar para resolver sus problemas; enseña a tu intelecto a que trabaje para ti; no te dejes más dominar por el temor, como si fueras un animal que no piensa. Tu mente debe ser tu aliado valiente para la solución de los problemas de tu vida en vez de ser tú, como lo has sido, su abyecto esclavo atemorizado, siervo de la depresión y la derrota. Pero lo más valioso de todo, tu potencial para del logro verdadero, es el espíritu que vive dentro de ti, que estimulará e inspirará tu mente para que se controle a sí misma y active a tu cuerpo, si lo liberas de las cadenas del temor, permitiendo así que tu naturaleza espiritual comience a liberarte de los males de la inacción mediante el poder-presencia de la fe viviente. Verás entonces que esta fe derrotará el miedo a los hombres mediante la presencia apremiante del nuevo y tododominante amor por tus semejantes que pronto llenará tu alma hasta rebasarla gracias a la conciencia que habrá nacido en tu corazón de que eres un hijo de Dios». 130:6.3 (1437.3)

Lo que me llama poderosamente la atención es que Jesús no rechaza los recursos «seculares» que empleamos nosotros en resolver nuestros problemas de índole psicológica/emocional. Mucho de lo que inicialmente dice y sugiere podría venir de practicantes del estoicismo, el budismo o la psicología (posiblemente del tipo cognitiva conductual, o incluso de la psicología positiva).

Noten cómo exhorta al joven a entrenar a su mente («intelecto») para qué sea su sirviente en la solución de sus problemas, en vez de ser uno su esclavo. Jesús no niega la existencia de los problemas del joven, si bien sugiere que los hay «reales» e «inventados» e incluso le recuerda que dichos problemas son inescapables. Pero en vez de sumirlo en la resignación le hace ver que, si pone a su mente a trabajar para él, esta puede ayudarlo a resolver sus problemas.

Jesús menciona el miedo, que forma parte del título de esta sección y diríamos la aflicción principal del joven. Y lo menciona de la siguiente manera: los animales están sujetos al miedo, porque no pueden pensar (no poseen una mente «clara y capaz»). Quizás dicho de otra manera: cuando no hacemos uso de nuestra mente clara y capaz, somos proclives a sucumbir al miedo. Si hacemos uso del raciocinio, podremos trascender el miedo animal y atacar los problemas efectivamente.

Hasta aquí, esto podría haber salido de un texto estoico o de psicología moderna. Pero, y aquí viene el gran «pero», Jesús tiene más … Sigue con su gran «pero», que es como una bomba que lo cambia todo: «Pero lo más valioso de todo, tu potencial para del logro verdadero, es el espíritu que vive dentro de ti» (que sabemos que es el Ajustador del Pensamiento).

A esta altura cabría preguntarse: ¿pero por qué lo llama «logro verdadero»? ¿Es que entrenar la mente para resolver problemas no constituye un logro verdadero? ¿Por qué habría de ser menos que verdadero?

Si uno se pone a leer todo lo que viene a continuación, el final del párrafo citado anteriormente y el siguiente del libro, uno puede empezar a comprender lo que quiso decir Jesús. Creo que sería más correcto decir que el logro meramente de entrenamiento mental no forma parte de la verdad total. No es que sea «no verdadero» sino «no verdadero del todo». Jesús nos está diciendo: entrenar la mente es bueno, ¡pero hay más!

Fíjense cómo le hace un favor al joven y a todos nosotros, al poner de manifiesto la siguiente cadena de «ayudantes». De alguna manera nos está diciendo algo así como: «si la entrenas, la mente te ayudará a resolver tus problemas … pero si lo dejas, el espíritu residente a su vez estimulará e inspirará a tu mente». Nos está avisando de que existe una influencia diferente de la mente, que solo está esperando que la reconozcamos, que nos sincronicemos con ella y que le demos permiso para «estimular e inspirar» nuestra mente (no por nada se le llama Ajustador del Pensamiento). Y nuevamente reflexionemos sobre todo el cambio de paradigma que promete Jesús al final del párrafo y el siguiente. Veamos cómo promete que las cosas se hacen más fáciles y ligeras, y más gratificantes.

Si se me permite una analogía a modo de ilustración … es algo así como tener una de estas bicicletas eléctricas de hoy día (y una que cuenta con una batería de carga infinita). Jesús nos dice: está bien entrenar a tu cuerpo y tus piernas para llevarte de un lado al otro. Haz uso de la bicicleta, pero el uso verdadero de ella consiste en reconocer el motor eléctrico que posee. Si lo reconoces, lo enciendes y permites que te sirva, este asistirá a tus piernas y podrás llegar mucho más lejos y de manera más fácil.

He seleccionado este párrafo, como dije, porque es una historia a la que retorno una y otra vez. Y la razón por la que retorno no es poque sea un inteligente ciclista que usa el motor eléctrico, sino muchas veces un necio que sigue intentando pedalear cuesta arriba con el motor apagado. Espero que la selección de esta historia y el análisis acompañante ilumine las palabras e intención de Jesús en ella, y nos ayude a darle debido reconocimiento y libertad de acción al «motor eléctrico»: a aquel «potencial para el logro verdadero», al Ajustador de Pensamiento que «vive dentro de ti».

Muchas gracias.