El ejercicio de seleccionar uno de mis párrafos favoritos de El libro de Urantia para compartir con ustedes me lleva a valorar más la experiencia del vivir religioso dinámico. Seguramente habrán leído y releído un mismo párrafo en distintos momentos, y experimentado cada vez una nueva comprensión. Posiblemente, sea el resultado de un esfuerzo más allá de lo puramente intelectual. Cinco años atrás habría compartido otro, pero esta vez tengo la atención puesta en este:
Los hombres olvidan con demasiada frecuencia que Dios es la experiencia más grande de la existencia humana. Las demás experiencias son limitadas en naturaleza y contenido, pero la experiencia de Dios no tiene más límite que la capacidad de comprensión de la criatura, y esta misma experiencia amplía de por sí dicha capacidad. Cuando los hombres buscan a Dios, lo están buscando todo. Y cuando encuentran a Dios, lo han encontrado todo. La búsqueda de Dios es el otorgamiento ilimitado de amor acompañado del descubrimiento asombroso de un amor nuevo y más grande que otorgar. 117:6.9 (1289.2)
Percibo que experimentar la comprensión de este párrafo inspira las más profundas reflexiones en la vida interior y un gran impacto en el anhelo supremo de encontrar a Dios, el regocijo de hacer su voluntad, la alegría de sentir que somos sus hijos y la motivación del amor al prójimo. En este párrafo he encontrado una maravillosa síntesis de la meta más grande de la existencia humana, y el motor de búsqueda perfecto, potente, inagotable e infalible que ilumina, guía y sostiene nuestra experiencia.
Especialmente, me ha inspirado la necesidad de revisar las metas de mi existencia y examinar las prioridades del hecho de vivir. Me ha llenado de una confianza inquebrantable en las posibilidades infinitas de mis capacidades. Me ha permitido descubrir que la realidad de las limitaciones de nuestro origen material es temporal y proporcional a nuestros deseos y esfuerzos sinceros, y que la incompleción de nuestra naturaleza es el laboratorio mejor dotado para llevar a cabo la experiencia más grande de nuestra existencia. No encuentro un método, una práctica, una fórmula más precisa, sencilla y útil que «el otorgamiento ilimitado de amor acompañado del descubrimiento asombroso de un amor nuevo y más grande que otorgar», que guíe la experiencia suprema y liberadora de la existencia humana.