Reflexiones urantianas: Despertar a una nueva consciencia (primera parte)

Despertar a una nueva conscienciaEn este mundo, muchas personas viven de espaldas a la realidad, aunque no por ello dejan de evolucionar para un futuro mejor. La única diferencia se encuentra en que unos viven entre lo subconsciente y lo consciente y otros viven entre los niveles de lo consciente y lo superconsciente.

Por toda la Creación se difunde una irremediable y permanente «vibración», puede llegar a ser como una tenue nota musical, como una señal apenas perceptible que, sin embargo, es audible para lo más transcendental del ser humano: el alma. Viene a ser como un compendio de sensaciones, más allá de lo consciente, que invitan a pensar y preguntarse: ¿Qué será de mí, después de que esto termine? ¿Qué puedo hacer para ser feliz? ¿Por qué estoy en este mundo? ¿Quién soy yo?

Esa señal puede aparecer en cualquier momento, en el devenir de cualquier suceso, mediante la observación de una imagen, contemplando la naturaleza, en el transcurso de una conversación, durante el periodo de una reflexión, o quizás ese instante haya resonado en nosotros como una especie de eco que ha podido remover nuestras propias intuiciones; quizás hayamos percibido ya la nota musical que nos ha hecho reconocer como nuestra en esa partitura cósmica que ya se está interpretando. Quizá hemos encontrado la confirmación de lo que ya sabemos, quizá hemos reconocido este momento como nuestro momento, nuestra hora de transformación, nuestro cambio profundo de mente y de corazón.

Cuando esto sucede, más allá del cerebro, en la mente del ser humano, en el corazón de dicho ser (a donde llegan los «mensajes» del más allá) llegan las ideas en busca de pensamientos conscientes y coherentes que apuntan hacia direcciones de búsqueda de la verdad en los niveles superconscientes. Una verdad acompañada de belleza y de bondad que impulsa al ser humano a encontrar los hechos, los significados y los valores de la vida real.

La mente que se abre ante una nueva idea jamás volverá a su tamaño original.
Albert Einstein

Después de una profunda reflexión, en el ejercicio de nuestra voluntad, podemos iniciar la búsqueda del «tesoro» en algo que posiblemente lleve guardado en el inconsciente desde nuestra niñez. Debemos hacerlo sobre el plano cósmico o croquis universal, teniendo muy en cuenta que los pasos que guían el camino son lentos y en ocasiones irresolutos. Nada ni nadie debe intimidar nuestros deseos de búsqueda. La total confianza y seguridad en esa señal que ha sido escuchada y afianzada en nuestra alma debe guiarnos con total seguridad para el desarrollo de esa aventura eterna. La señal no confunde, guía nuestra voluntad.

Esto no nos lleva a establecer un procedimiento o una pericia, son más bien situaciones y experiencias comunes de todo buscador de la verdad. El escenario ya es real en otro nivel, ya tiene su existencia en otro «lugar». Lo que ocurre es que nosotros todavía no somos muy conscientes de esa realidad, nos falta saber de buena tinta de qué va eso. Para ello no hay cosa mejor que intentar hacerlo real mediante la experiencia.

La única manera de vivir esa metamorfosis es la de saber escoger el mejor manual (el mejor plano o croquis cósmico), el mejor indicador, la mejor brújula que nos ayude a vivir ese tipo de hábitos. También hay que reconocer que todo es posible si de verdad estamos empeñados en conseguirlo. Debemos adquirir la seguridad de saber seleccionar qué o quién va a organizar nuestra vida futura, ya que ese va a ser el modelo o mentor que va a garantizar la evolución consciente de nuestra existencia. No intentemos desarrollar estas iniciativas desde la desconfianza y la vacilación, sino más bien desde la seguridad de que todo aquello que se desea y en lo que se pone voluntad y empeño se termina logrando.

Normalmente muchas de las decisiones que deseamos tomar se encuentran influidas o fiscalizadas por una serie de circunstancias vividas anteriormente y que son parte de nuestra cultura y educación. Con todo y con ello no debiéramos dudar, la señal es certera, es correcta, coincide con nuestro patrón oculto. El ego hace su labor para tratar de confundirnos. Debemos pararnos y pensar que en ese croquis existe un plan. Debemos observar su trayectoria con la esperanza puesta en que el modelo o mentor nos va a llevar a buen puerto.

Encontrar el momento es cosa que cada uno de nosotros debe realizar con la total seguridad de que, en esos instantes, todas las agencias universales van a confabular para acudir a nuestra llamada. Ellas están expectantes a la espera de que decidamos cuando iniciar esa nueva andadura hacia nuevos horizontes, ya que se encuentran establecidos con anterioridad, para que los podamos vivir dentro de la elección de nuestro libre albedrío a la espera de nuevas experiencias.

Una decisión firme, una voluntad expresa, establece en nosotros el momento idóneo, el inicio de algo en lo que no se contempla una marcha atrás.

Tu empuja, que YO moveré la piedra.
Anónimo

Tenemos que ser muy sinceros con nosotros mismos a sabiendas de que nos iniciamos desde la pancarta de salida para tomar impulso en una trayectoria de nuevos acontecimientos. No debemos correr mucho, debemos dosificarnos, como en una carrera de fondo. El tiempo es importante pero no determinante, sabemos que el trayecto es largo, pero debemos tener en cuenta que nuestra voluntad es pétrea y no nos va a permitir desfallecer. Hay que habituarse a las nuevas experiencias, ellas nos harán crecer. ¡Empapémonos de ellas! Vamos a percibir que, en la medida que vamos avanzando, todo resulta más comprensible, más sencillo de entender.

De este modo, con una finalidad decidida y establecida en la certeza de que es lo mejor y más bello que deseamos desarrollar, tan solo queda poner los objetivos en un futuro interminable lleno de ideas que se convertirán en ideales para una personalidad de durabilidad eterna. No nos preocupemos, confiemos, ocupémonos de que cada día lo vivamos en total comunicación con esas agencias universales vivas y en constante comunión para el engrandecimiento de nuestra alma. De esa forma viajaremos por ese trayecto donde vamos a lograr un giro de muchos grados en nuestra propia vida.

La sinceridad y el altruismo deben acompañarnos en todo momento. Al ego no hay que permitirle confianzas; al contrario, debemos desconfiar de aquello que en ocasiones nos trasmite a través de los pensamientos. Esto es más serio de lo que parece. A estas alturas, tenemos que reconocer que formamos parte de algo que tiene mucha importancia, no somos personas por casualidad. Somos algo más, formamos parte de un plan perfectamente establecido. Deberíamos reconocer que la Creación y todo lo que conlleva no es una casualidad. La lógica nos lleva a deducir que toda Creación dispone de un Creador.

Si contemplamos esa posibilidad, estaríamos hablando de Dios, de algo indemostrable pero muy real. Tan solo hay que seguir la señal. Ella nos va a llevar a comprender que Dios como Padre es una Realidad. Si eso es de ese modo, es muy probable que ya, como Padre, nos ame como hijos suyos. El mero hecho de seguir la señal, de seleccionar el manual correspondiente, buscar el tesoro a través del plano cósmico, nos va a permitir la posibilidad de no tergiversar los acontecimientos, de ser franco ante las situaciones y sobre todo que, como humanos, podemos acertar y errar en nuestras tomas de decisiones.

De continuar recorriendo ese trayecto en busca de lo más preciado, debemos estar muy seguros de los momentos que vivimos en cada circunstancia de nuestra vida, no debemos pasar de unas vivencias a otras si antes no estamos seguros de las vividas anteriormente. En ocasiones es deseable repetir curso antes de pasar a abordar el siguiente. Cada experiencia vivida de un modo consciente refuerza en seguridad la persistencia de la que vamos a vivir a continuación.

Se puede decir que atreverse a iniciarse en esta aventura interminable es para reconocer con anterioridad que la mayoría de nosotros vivimos sumidos en el error.

Nadie puede despertar jamás, si antes no reconoce que está dormido.
F. Gracia