76:6.4… El pueblo hace la civilización; la civilización no hace al pueblo.
En esta era de demagogia y cursilería, donde se nos machaca insistentemente con el dogma de que todos somos iguales en todos los sentidos, párrafos como este suponen un bofetón bien dado a nuestras consciencias.
Una de las conclusiones inmediatas de esta verdad es que, si el pueblo cambia, también cambia la civilización. Y aceptar esta verdad supondría comprender la justificación que hay detrás de que un enorme segmento de la población sea reticente a aceptar sin rechistar las invasiones migratorias desordenadas o las políticas demográficas anárquicas.
Si ya estamos condenados, disfrutemos al menos del espectáculo.