Reflexiones urantianas

Reflexiones urantianas - LGBParece que sabemos mucho sobre el cuerpo humano, pero nuestro conocimiento actual y la experiencia documentada sobre el funcionamiento de nuestros circuitos mentales junto con el cerebro y el sistema nervioso (y los otros ocho sistemas corporales que tenemos) parecen estar en una fase muy temprana de desarrollo.

En parte debido a la crisis de salud mental que provocó la pandemia de coronavirus, nos vimos obligados a mirarnos a nosotros mismos de forma más cruda y a reevaluar muchos aspectos de nuestra realidad como individuos y como miembros activos de familias, organizaciones y comunidades.

En muchos casos, no nos gustó lo que vimos. Y algunos de nosotros, como resultado, empezamos a experimentar una variedad de problemas de salud física (no relacionados con el COVID-19) y mental sin precedentes. Al mismo tiempo, sin embargo, un suceso tan aparentemente lamentable creó la oportunidad de replantearnos cómo y por qué vivimos de la manera en que vivimos; las relaciones con personas significativas para nosotros, y con los factores externos básicos que conforman lo que podríamos llamar la existencia cotidiana.

De alguna extraña manera, nos vimos obligados a reavivar nuestro verdadero fuego y a reencontrarnos con nuestra paz mental. Es posible que algunos hayamos considerado por primera vez el papel que desempeñan la fuerza emocional y la resiliencia mental para que alcancemos un nivel razonable de estabilidad y bienestar.

Algunos estábamos en madrigueras de conejo más profundas y nos vimos obligados a aceptar que algo tenía que cambiar. Empezamos a enfrentarnos a estados emocionales y mentales francamente desagradables o depresivos. Algunos puede que hayan realizado cambios drásticos en las relaciones esenciales (familia, colegas, trabajo, placer, comida, descanso y ejercicio, por nombrar lo más básico). Otros posiblemente volvieron a una práctica más regular de introspección, meditación, adoración, oración y súplica.

Y fue a través de la introducción (o intensificación) de estas prácticas que pudimos recordar lo importante que es tener un sistema espiritual funcional y eficiente para lograr una salud más sana (bienestar energético, físico, mental y emocional).

La gran pregunta es: ¿qué forma parte de ese sistema y cómo lo mantenemos en funcionamiento? El libro de Urantia parece ofrecer algunas pistas sobre cómo activarlo y mantenerlo sanamente funcional (generador de morontia, si se quiere).

¿Cuáles crees que son las partes de ese sistema? ¿Cómo lo mantenemos sano y funcional?

Respecto a este tema, tengo muchas citas del libro que compartir:

Antes de separarse para cumplir su misión, los seis debatieron mucho sobre este mandato de Jesús de que cada uno eligiera un nuevo apóstol. Por fin prevaleció el consejo de Andrés y se pusieron en marcha. En esencia, Andrés dijo lo siguiente: «El Maestro tiene razón; somos demasiado pocos para este trabajo. Se necesitan más maestros, y el Maestro ha mostrado una gran confianza en nosotros al encargarnos de elegir a los seis nuevos apóstoles». Esa mañana todos ocultaban cierto abatimiento cuando se despidieron para emprender su trabajo. Sabían que iban a echar de menos a Jesús y, aparte de su miedo y su timidez, esta forma de inaugurar el reino de los cielos no era la que ellos habían imaginado.

(138:1.3)

Tomás tenía días muy malos; a veces se encontraba triste y abatido. La pérdida de su hermana gemela a los nueve años había entristecido mucho su juventud y agravó los problemas temperamentales de su vida adulta. Cuando Tomás se descorazonaba unas veces le ayudaba a recuperarse Natanael, otras, Pedro o uno de los gemelos Alfeo. Por desgracia, cuando estaba más deprimido intentaba siempre evitar el contacto directo con Jesús. Pero el Maestro estaba enterado de todo y mostraba una afectuosa comprensión hacia su apóstol cuando le aquejaba la depresión y le acosaban las dudas.

Tomás obtenía a veces permiso de Andrés para marcharse a solas durante un día o dos. Pero pronto descubrió que eso no solucionaba nada y que cuando estaba abatido era mejor aferrarse a su trabajo y quedarse cerca de sus compañeros. Con independencia de los altibajos de su vida emocional, Tomás se mantuvo firme como apóstol. Cuando llegaba el momento de avanzar él era siempre el que decía: «¡Vamos allá!».

Tomás es el gran ejemplo del ser humano que tiene dudas, las afronta y las vence. Era un gran pensador y no un crítico agrio. Era un pensador lógico; era la prueba de fuego para Jesús y sus apóstoles. Si Jesús y su obra no hubieran sido genuinos, no habrían podido nunca retener a un hombre como Tomás desde el principio hasta el final. Tomás tenía un sentido agudo y certero de los hechos, y al primer síntoma de fraude o engaño los habría abandonado a todos. Puede que los científicos no comprendan plenamente todo lo relacionado con Jesús y su trabajo en la tierra, pero hubo un hombre de mente verdaderamente científica —Tomás Dídimo— que vivió y trabajó con el Maestro y sus compañeros humanos. Y él creía en Jesús de Nazaret.

Tomás pasó por momentos difíciles durante los días del juicio y la crucifixión. Estuvo sumido durante un tiempo en los abismos de la desesperación, pero recobró su valor, se mantuvo unido a los apóstoles y estuvo con ellos en el mar de Galilea para recibir a Jesús. Sucumbió durante algún tiempo a su abatimiento escéptico, pero terminó recobrando su fe y su valor. Aconsejó inteligentemente a los apóstoles después de Pentecostés, y cuando la persecución dispersó a los creyentes fue a Chipre, Creta, Sicilia y la costa del norte de África a predicar la buena nueva del reino y bautizar a los creyentes. Siguió predicando y bautizando hasta que fue detenido por agentes del gobierno romano y ejecutado en Malta. Unas semanas antes de su muerte había empezado a escribir el relato de la vida y las enseñanzas de Jesús.

(139:8.10 a 139:8.13)

Cuando subieron a la montaña los problemas se agolpaban en la cabeza de Andrés. El corazón de Juan estaba sumido en el desconcierto. El alma de Santiago estaba profundamente atribulada. Mateo veía escasear los fondos como consecuencia de la estancia entre gentiles. Pedro estaba alterado y más temperamental que de costumbre. Judas sufría uno de sus ataques periódicos de susceptibilidad y egoísmo. Para Simón era un grave problema conciliar su patriotismo con el amor de la hermandad humana. Felipe estaba cada vez más confundido por el desarrollo de los acontecimientos. Natanael ya no tenía el mismo sentido del humor desde que estaban en contacto con poblaciones gentiles y Tomás estaba en plena racha de depresión. Solo los gemelos estaban tranquilos y normales. Y ninguno de los doce sabía qué hacer para llevarse bien con los discípulos de Juan.

Al tercer día los doce bajaron muy cambiados de la montaña a su campamento. Habían hecho el importante descubrimiento de que muchas complicaciones humanas en realidad no existen, de que muchos problemas agobiantes son creaciones de un miedo exagerado y fruto de un recelo desmedido. Habían aprendido que todas esas situaciones se manejan mejor alejándose de ellas. Al distanciarse habían dejado que los problemas se resolvieran solos.

A la vuelta de este descanso las relaciones con los seguidores de Juan empezaron a mejorar notablemente. Muchos de los doce se llenaron de alborozo cuando vieron el cambio de estado de ánimo de los demás y comprobaron que tres días de vacaciones lejos de los deberes rutinarios de la vida habían bastado para liberarlos de su estado de irritación nerviosa. Existe siempre el peligro de que la monotonía del contacto humano multiplique considerablemente las complicaciones y exagere las dificultades.

(143:3.5 a 143:3.7)

En servicio.

Luis