El poder de la mente
En estos momentos de impacto emocional nuevo con un conflicto en Europa, lanzamos nuestro número de marzo (2022) de nuestro boletín Luz y Vida.
Pretendemos que sea un remanso espiritual, una isla donde guarecerse del huracán de creciente magnitud que nos está arrastrando ahora. En este boletín podéis disfrutar de cuatro artículos muy interesantes de nuestra sección de trabajos realizados por lectores de El libro de Urantia, donde descubrimos:
- Fascinantes aspectos de la creación de nuestro Universo con el trabajo de Santiago Rodríguez.
- Sorprendente información que ofrece Eduardo Altuzarra sobre la evolución de un planeta normal.
- Aspectos insospechados que nos descubre Halbert Katzen sobre la historia de la domesticación del caballo.
- Un análisis del discurso de despedida de Jesús en la última cena con el que nos deleita Olga López.
Pero no solo ampliamos nuestra visión cósmica de las cosas con estos artículos. En esta revista hacemos alusión a libros inspirados en El libro de Urantia que esperamos os animéis a leer pues merecen la pena, como el recién publicado por Julio Miranda: el segundo libro de su saga, La historia de Luis Salazar: Los Cien. En él, Julio nos habla, con el lenguaje de una novela de misterio y acción, de la existencia de Dios, de seres espirituales que nos acompañan desde hace cientos de miles de años o de lugares sorprendentes de nuestro planeta.
Continúan también los resúmenes de la cuarta parte que hemos titulado «Crónicas de la vida de Jesús», que nos pueden ser muy útiles en el estudio de la vida de Jesús de Nazaret. Recomendaciones de vídeos. Charlas urantianas, en directo, en nuestra sala Zoom sobre temas de actualidad y El libro de Urantia, donde nos encontraremos dos viernes al mes. Conocer más a fondo a lectores en una sencilla entrevista…etc, etc.
Las personas que formamos el equipo de la revista digital estamos abiertas a vuestras propuestas y trabajos. No dudéis en poneros en contacto con nosotros para publicar vuestras investigaciones, poesías, relatos o cualquier material, bien de carácter «urantiano», bien con profundidad espiritual y que pueda enriquecer a los demás ([email protected]).
Os ofrecemos, pues, material muy variado de carácter «urantiano» con el que buscamos estimular nuestra mente y contactar mejor con nuestro espíritu residente, aumentar la consciencia espiritual y elevar la percepción espiritual (como nos aconseja el mismo Libro de Urantia en el Prólogo).
Un trabajo, el mental, de gran importancia, como nos relata la quinta revelación, pues es a través de la mente como nos elevamos del estadio animal hacia Dios o nos hundimos en nuestra parte instintiva y agresiva.
La mente material es el escenario donde las personalidades humanas viven, son conscientes de sí mismas, toman decisiones, eligen a Dios o lo abandonan, se eternizan o se destruyen. 111:1.3 (1216.4)
En el siguiente texto, hermoso y sencillo, nos reafirma más todavía en la importancia de cuidar y cultivar nuestra mente:
La mente del mortal puede torcerse, deformarse y hacerse malvada y fea por las maquinaciones pecaminosas de una voluntad humana perversa y egoísta. Del mismo modo, esta mente puede hacerse noble, bella, verdadera y buena —realmente grande— si sigue los dictados de la voluntad iluminada por el espíritu de un ser humano conocedor de Dios. 111:1.6 (1217.1)
Existe un relato, de origen psicológico, en el que podemos captar esa importancia de dirigir nuestra mente y no enturbiarla con nuestros miedos o emociones bajas:
«Un científico quería probar una teoría. Necesitaba un voluntario que llegase hasta las últimas consecuencias. Por fin lo encontró: era un condenado a muerte que sería ejecutado en la silla eléctrica.
»El científico le propuso al condenado lo siguiente: él participaría de un experimento científico que consistía en hacerse un pequeño corte en el pulso, con el propósito de que su sangre fuera goteando lentamente hasta la última gota. Le explicó que tenía mínimas probabilidades de sobrevivir, pero que de todas formas su muerte sería sin sufrimiento, ni dolor; ni siquiera se daría cuenta.
»El condenado aceptó, porque morir de esta manera era preferible a morir en la silla eléctrica. Lo colocaron en una camilla y ataron su cuerpo para que no pudiera moverse. A continuación le hicieron un pequeño corte en la muñeca y colocaron debajo de su brazo una pequeña vasija de aluminio.
»El corte fue superficial, solo sus primeras capas de piel, pero fue lo suficiente para que él creyera que realmente le habían cortado las venas. Debajo de la cama fue colocado un frasco de suero con una pequeña válvula que regulaba el paso del líquido, en forma de gotas que caían en la vasija. El condenado, podía oír el goteo y contaba cada gota de lo que creía era su sangre.
»El científico, sin que el condenado lo viera, iba cerrando la válvula, para que el goteo disminuyera, con la intención de que pensara que su sangre se iba terminando.
»Con el pasar de los minutos su semblante fue perdiendo color, su ritmo cardíaco se aceleraba y le hacía perder aire a sus pulmones. Cuando la desesperación llego a su punto máximo, el científico cerró por completo la válvula y entonces el condenado tuvo un paro cardíaco y murió.»
Cuán importante y poderosa es nuestra mente y su control, para algo bueno, hermoso y verdadero.
Por El libro de Urantia conocemos el hecho de que un personaje tan elevado como Lucifer llegó a defender la «igualdad de la mente» y la «hermandad de la inteligencia», prescindió de una consciencia espiritual elevada y proclamó solamente el triunfo de la dimensión mental, dando fuerza así a una cosmovisión pobre, hueca de trascendencia, cuyas consecuencias todavía sufrimos. Un ser espiritual que mostraba una deformación mental que tuvo consecuencias nefastas para el futuro de planetas y criaturas:
Tanto Caligastia como Lucifer estimaban que sus bienintencionados consejeros actuaban por los mismos motivos reprensibles que estaban empezando a deformar sus propios pensamientos y descarriar sus planes. Juzgaban a sus desinteresados asesores según la evolución de su propio egoísmo. 66:8.3 (752.4)
En el otro extremo del desarrollo espiritual, desde el lado evolutivo y no involutivo, nos encontraríamos con una mente alegre, elevada y amorosa, tal y como consiguió ir forjando Miguel de Nebadon (o mejor dicho, Jesús de Nazaret) en nuestro planeta hace siglos:
Contaba con el Padre del cielo como un niño se apoya en sus padres de la tierra, y su fe ferviente no puso en duda ni por un momento que el Padre celestial velaba sobre él. Nunca se encontró seriamente perturbado por los miedos, las dudas o el escepticismo. (196:0.11)
Un reto intelectual y espiritual que superó en la Palestina de entonces y que podríamos tratar de imitar ahora:
Igual que los hombres deben progresar desde la consciencia de lo humano hasta la comprensión de lo divino, Jesús ascendió desde la naturaleza del hombre hasta la consciencia de la naturaleza de Dios. Y el Maestro hizo este gran ascenso de lo humano a lo divino mediante el logro conjunto de la fe de su intelecto mortal y los actos del Ajustador que moraba en su interior. 196:1.6 (2091.2)
Un trabajo difícil de conseguir, una tarea que podríamos clarificar utilizando como metáfora la imagen del «huracán», una brillante idea del escritor y conferenciante Emilio Carrillo.
Nuestras vidas (y el mundo actual, en general) se desarrollan como un huracán de magnitud aceleradamente creciente…Para salir airosos de este huracán, lo que corresponde no es salir corriendo de él, atravesarlo…sino conocer cómo se disipa un huracán: desde el centro del mismo. Lo que en consciencia corresponde es situarnos en el centro del huracán, donde no hay viento, el cielo está despejado y la temperatura es cálida y agradable. Situémonos en el Centro del huracán, vivamos desde la consciencia todos los acontecimientos que nos ocurren, saquemos lo mejor que tenemos y pongámoslo al servicio de los demás. Esta manera de actuar va dando cada vez mayor poder y fuerza al Centro, consiguiendo así la disolución y desaparación de la turbulencia del Huracán.
Vivamos y sirvamos desde el Centro, desde nuestra esencia divina, desde la Calma, lo que ocasionará la eliminación de la Bestia en este mundo, la llegada del Reino, bajar el cielo a este planeta y a nuestra vida, tal y cómo rezaba Jesús de Nazaret en la oración del Padre Nuestro:
«…Que venga tu reino; que se haga tu voluntad
en la tierra como en el cielo…»
Trabajemos no desde la lucha contra lo que ocurre fuera, sino desde nuestro centro, desde la autotransformación y el centro amoroso.
Su fe emanaba de una visión interior nacida de la actividad de la presencia divina, el Ajustador que moraba en él. 196:0.1 (2087.1)
Hace siglos Lao- Tse lo expresó así de poéticamente:
Treinta radios convergen en el centro
de una rueda,
pero es su vacío
lo que hace útil al carro.
Se moldea la arcilla para hacer la vasija,
pero de su vacío
depende el uso de la vasija.
Se abren puertas y ventanas
en los muros de una casa,
y es el vacío
lo que permite habitaría.
En el ser centramos nuestro interés,
pero del no-ser depende la utilidad.