Editorial Luz y Vida – julio 2021

Editorial - julio 21Conectados día a día

Al observar esta imagen, ¿qué ideas os suscita? Llevamos meses sumergidos en una «nueva normalidad» donde el avance tecnológico ha suplido bastante el contacto directo y en vivo entre las personas: reuniones virtuales, videoconferencias, horas ante el ordenador o el móvil han sido cotidianas en nuestro vivir en muchas partes del mundo.

Esta situación que se ha reiterado en el tiempo y en tantos países, ¿ha permitido que el movimiento Urantia creciera? ¿Ha mejorado el contacto de nuestra alma con nuestro Ajustador? En definitiva: ¿ha permitido un avance espiritual? A ti, querido lector o lectora, ¿las reuniones urantianas virtuales te han ayudado en tu oración? ¿Te han hecho mejor persona?

Es una reflexión que planteamos pues el movimiento Urantia en estos momentos se está expandiendo enormemente gracias a internet. Es cierto que ha crecido considerablemente el número de páginas web urantianas, ha proliferado el número de noticias y eventos virtuales difundidos en redes sociales. También ha aumentado la creación de vídeos, artículos, novelas, etc. La Buena Nueva esperanzadora de nuestro amado Maestro y Padre, Miguel de Nebadon, se está difundiendo sin fronteras.

Ahora bien, ¿estamos aprovechando este acceso tan fácil a un mensaje transformador para cambiar y mejorar nuestras vidas personales? Hay un salto inmenso entre la teoría y la práctica. Podemos quedarnos en una erudición intelectual que seca el corazón, que no expande el desarrollo amoroso del Reino de los Cielos en la Tierra, pues no manifestamos el amor en nuestras vidas. Pero sí se puede transformar y mejorar nuestra vida cuando nos implicamos a fondo en estar en contacto con la gran fuerza creadora que late en nuestro interior.

Dios tanto confía, tanto ama, que otorga una porción de su naturaleza divina a las manos aún de los seres humanos para su salvaguardia y autorrealización. 117:4.3 (1283.5)

El libro de Urantia nos habla de la vida como una prodigiosa aventura que no tendrá final y que parte de una fuente que no cesa de CREAR y expandirse. Algo manifiesto incluso en el aspecto meramente material, pues formamos parte de un asombroso UNIVERSO infinito.

No sabemos qué tipo de crecimiento caracterizará a los universos del espacio exterior. Pero estamos muy seguros de que será algo muy distinto de todo lo que se ha visto en la edad presente de la evolución de los siete superuniversos. 117:2.6 (1280.6)

Aquí puede estar la clave, finalmente: entrar en contacto personal con esa fuente inmensa y creadora para entrar en su sintonía, unirse a la auténtica y verdadera vida que es un incesante crecimiento.

Para el hombre mortal, la existencia equivale al crecimiento. 117:2.2 (1280.2)

Y curiosamente, ese contacto estrecho con nuestra divinidad nos va a ir mostrando las acciones concretas y cotidianas que permitirán la felicidad en nuestras vidas y en nuestro entorno.

Puede parecer paradójico o curioso pero, en estos momentos, no hay nada más resolutivo para nuestros problemas concretos que dejar que nuestro Ajustador nos cuide y eleve. Lo auténticamente revolucionario ahora es conectar con las aspiraciones de nuestra alma y con el aquí y ahora, más que conectar con la wifi más cercana.

En nuestras vidas podemos vislumbrar si estamos en sintonía con la Fuerza Creadora cuando nos fijamos si nuestras vidas emanan características de dicha Divinidad, características tales como:

  1. CREATIVIDAD: nuestro Padre siempre crea de forma incesante y maravillosa toda clase de nuevos seres y realidades, luego sus criaturas tendríamos que mostrar la creación de toda clase de «cosas» en la Tierra (desde recetas de cocina a resoluciones de un complejo teorema matemático).
  2. BONDAD: sabemos que la Fuente de todo actúa desde la bondad, sin mostrar ira, duda, crítica destructiva, etc. Luego nosotros, pequeños seres terrícolas, podríamos actuar también así.
  3. AMOR: el motor de toda la realidad y lo que mueve los universos es el amor incondicional divino, luego el miedo debería saltar por la ventana de nuestra vida y deberíamos saber gestionar ese miedo genético que como seres animales anida en nosotros, actuando sin rencor ni odio con las personas de nuestro entorno.
  4. BELLEZA: la Divinidad emana el perfume de la belleza, ve siempre lo hermoso y maravilloso del universo, luego sus hijos e hijas tendríamos que ver siempre la belleza en nuestras vidas y maravillarnos del milagro de la vida y su explosión de colores y formas tan imaginativas.
  5. EXPANSIÓN: una de las cosas más llamativas de El libro de Urantia es que nos muestra el universo como una expansión de crecimiento, vida y potenciales. Nunca se hace una pausa, luego mi camino tiene que ser de expansión como persona, como madre o padre, como profesional, como ciudadano… siempre creciendo, siempre mejorando.
  6. ABUNDANCIA: en un universo que no va a cesar de expandirse y crecer, la abundancia es lo normal, no hay límites ni escasez, como debería ser en nuestras vidas cotidianas, abundante de ideas, recursos, amistades, etc.
  7. RECEPTIVA: la Divinidad no rechaza nada, sino que acepta todo lo que existe y lo valora, luego nosotros podemos aceptar como valioso todo lo que nos acontece, todo puede tener una función o aprendizaje que extraer y que nos encamina a conseguir el plan divino.

Esta serie de características de la Divinidad son muy valiosas para testar nuestro grado de conexión con Dios en nuestra vida cotidiana, para saber si estamos dejándonos guiar en el día a día por nuestro Padre celestial, que nos cuida incesantemente, y si estamos mostrando la confianza en su cuidado.

En fin, os animamos a buscar esa conexión constante que nos transforma y cambia también nuestro entorno. Somos pequeños seres en la escala universal, pero imprescindibles para traer la Luz y Vida a nuestro planeta. No olvidemos lo que dijo una buena mujer hace tiempo:

«A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería mucho menos si le faltara una gota». Madre Teresa de Calcuta

O lo que afirma nuestro Libro de Urantia:

La acción es nuestra las consecuencias, de Dios. 48:7.13 (556.13)