Editorial – febrero 2024

Editorial feb 24-2En encuentros y foros «urantianos» es frecuente que los lectores hablemos de cómo hemos indagado no pocos libros o grupos buscando algo que nos llene plenamente, sin sentirnos plenamente identificados con sus propuestas, hasta llegar al libro azul.

En este grupo tan heterogéneo de lectores de todo el mundo y que podríamos etiquetar como «buscadores espirituales», existe un ansia de descubrir la realidad última y lograr alcanzar ese extraordinario mandato que resuena en los universos:

«Sed perfectos como yo soy perfecto.» 1:0.3

No todos respondemos de la misma manera a esta llamada que nos hace desde el interior nuestro Ajustador divino. En consonancia con ello, no todos interpretamos y leemos El libro de Urantia de la misma forma.

Este extenso y esperanzador texto que es el libro azul se presta a ser enfocado de diferentes maneras que, para los lectores del libro, podemos resumir en:

  • Buscadores superficiales o «escuchantes».
  • Buscadores verdaderos o «practicantes».

Los buscadores escuchantes se satisfacen con meras teorías. Escuchan interesantes conferencias en YouTube, leen sobre verdades espirituales en sesudos artículos o discuten de forma interminable por aquella palabra que no consideran correcta, mas NO hacen un esfuerzo honrado por APLICAR esas enseñanzas en su propia vida. Hablamos de buscadores impulsados por la curiosidad, por la excitación de descubrir o estar por encima de otros, pero que se quedan en la superficie de este vasto océano que es El libro de Urantia. Sería como si nos sintiéramos satisfechos solo con leer o escuchar conferencias sobre las maravillas del jengibre, pero no llegáramos jamás a probarlo.

Pero los estudiantes verdaderos solo encuentran satisfacción cuando pueden comprender la verdad en su interior, como una EXPERIENCIA PERSONAL y directa. Sienten que los anhelos de su alma se satisfacen, pues su vida diaria es una sucesión de causalidades y maravillas que manifiestan el amor incondicional divino. Es más, han comprendido por fin El libro de Urantia pues han captado su significado: la verdadera religión consiste en la comunión consciente con Dios, en experimentar una creciente satisfacción, así como un aumento de la paz, sabiduría y seguridad interior, ya que percibimos el amor divino dentro y con nosotros.

¿Nos sentimos retratados en alguna de estas dos clases de lectores? ¿Somos lectores a los que les encanta engullir buenas y hermosas ideas, pero no nos preocupamos por que sean parte de nuestra vida? ¿Sufrimos de algún tipo de «indigestión» de contenidos teóricos, que nos impulsa a discutir con otros hermanos? ¿O más bien reformulamos nuestras relaciones familiares, laborales, espirituales con mayor alegría, amor y compasión? ¿O tal vez hemos pasado de una forma de vivir la espiritualidad más externa o somera a vivirla con mayor plenitud, con la veteranía de los años? Cada cual sabrá mirar en su corazón su verdad interior.

Sirva esta pequeña reflexión que planteamos desde nuestro boletín de febrero para enfocar el estudio de El libro de Urantia. Nuestro objetivo es difundir las enseñanzas de la quinta revelación mostrando esta vía tan original y hermosa que nos permite encontrarnos a nosotros mismos: la religión de la comunión consciente con Dios. Ese es nuestro enfoque respecto al estudio del libro: fomentar lectores o estudiantes «practicantes», conscientes y honrados.

En este número del boletín de la Asociación Urantia de España os vamos a ir mostrando trabajos, reseñas y reflexiones; pero nada tendría sentido si a ti, querido lector o lectora que ahora lees estas líneas, no te incitamos a conectarte con quien nos da la existencia, nos nutre y nos ama, tal y como hizo Jesús de Nazaret.

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Ánimo, pues, en esta singladura de la vida y en la que te queremos acompañar con nuestro boletín. Busquemos juntos, pues, convertirnos en personas conscientes y al servicio de la verdad y de los demás.

Ese domingo por la tarde Salomé, la madre de Santiago y Juan Zebedeo, se acercó a Jesús con sus dos hijos apóstoles, y dirigiéndose a él como si fuera un potentado oriental, intentó que Jesús le prometiera concederle cualquier petición que ella le hiciera. Pero el Maestro no quiso prometer nada y le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?». Salomé respondió: «Maestro, ahora que vas a Jerusalén a establecer el reino quisiera pedirte que me prometas por adelantado que estos hijos míos serán honrados contigo y que se sentarán uno a tu derecha y el otro a tu izquierda en tu reino». 171:0.4

Pensemos en los poderosos del mundo. En una celebración ocupan los lugares destacados, acaparan las portadas de periódicos o de las redes sociales. Alrededor de ellos hay una legión de personas atentas a sus caprichos. Si son autoridades, firman documentos con pluma de plata y fotógrafos. Si son cargos públicos, viajan en coches oficiales. Si su poder radica en el dinero, consiguen que sus caprichos sean atendidos a golpe de VISA oro.

Luego están los poderosos del día a día. Es decir, las personas que tienen alguna responsabilidad sobre alguien: los jefes del trabajo, profesores de etapas educativas, etc. Toman decisiones, influyen en su entorno.

Prosperar sería escalar peldaños de autoridad, de prestigio, de poder. Hacerse fuerte.

Pues bien, la lógica de Dios y su evangelio no es esta. Por supuesto que existe poder, por supuesto que hay personas que, por las razones que sean, gozan de más predicamento, y otros les hacen más caso.

Ahora bien, los jefes deben servir. Aquí está la sorprendente vuelta de la tortilla del mensaje de Jesús de Nazaret. Los jefes deben servir. El que quiera prebendas, adulación, aplausos, compadreo, que busque en otro sitio. El que piense en gastar su vida, su tiempo, su energía y creatividad en los otros, bienvenido sea. Tan simple y tajante como eso.

Jesús respondió a Salomé: «Mujer, no sabes lo que pides», y clavando los ojos en los dos aspirantes a honores les dijo: «Porque os conozco y os amo desde hace mucho e incluso he vivido en la casa de vuestra madre, porque Andrés os ha encargado que estéis conmigo en todo momento, por todo esto permitís que vuestra madre venga a hacerme en secreto esta petición tan inadmisible. 171:0.5

Jesús mira con indignación a dos apóstoles suyos, recrimina a su madre una petición inconcebible. ¿A estas alturas no se han enterado todavía de lo que ha dicho tantas veces? ¿No le escuchan ni sus íntimos? Y si lo reflexionamos nosotros, ahora, ¿nos creemos de verdad el mensaje de Jesús sobre estar al servicio de los demás? ¿Nos clavaría también los ojos Jesús diciéndonos algo parecido?

Quizás hay quien piensa que esto del servicio lo único que nos produce es pérdida. Que claro, tanto vaciarnos, lo único que nos provoca es que nos gastemos. Que si vives para los demás se aprovecharán de ti, te exprimirán y acabarás exhausto. Pero eso no es cierto, el servicio no es vaciarnos hasta extinguirnos, sino otra forma de llenarnos. De otras vidas, otros nombres, otros rostros. ¿Te enriquece? Sí, aunque con algo más intangible que la riqueza o la sumisión. Nos llena los días de historias, llena nuestro horizonte de éxitos y fracasos compartidos, llena nuestra vida de vida.

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Nos cambia la mirada y la perspectiva, y eso nos permite percibir en el otro no a un rival, un enemigo, extraño o siervo, sino a un hermano. El servicio nos libera de la espiral de tener que andar demostrando triunfo, fortaleza o prestigio; nos ayuda a adentrarnos en una dinámica diferente: la de quien mira el mundo desde abajo y no desde una aséptica torre de marfil.

Si queréis compartir la alegría del Maestro tenéis que compartir su amor, y compartir su amor significa que habéis compartido su servicio. Esta experiencia de amor no os liberará de las dificultades de este mundo, no creará un mundo nuevo, pero seguro que hará nuevo al viejo mundo. 180:1.5

¿Y qué es servir? En una imagen preciosa y de enorme carga emocional, es agacharse a lavar los pies al caminante de pies polvorientos antes de una cena, sin pretender privilegios de rango o posición. Es ponernos a la altura de quien está más caído para ayudarle a levantarse. Es vaciar un poco tu vida de ti para llenarla de otros.

Las formas concretas son innumerables. Puede ser servicio la caricia, pero también la firmeza de quien cierra una puerta en determinadas circunstancias. Puede ser servicio la palabra envolvente y mimosa, pero también la palabra sincera, aunque genere conflicto. Puede ser servicio la tarea humilde y anónima, y serlo también el trabajo más visible y expuesto. Al final, de lo que se trata es de hacer que la vida de los demás sea un poco mejor, porque siempre hay gente necesitada de la palabra amiga, el tiempo entregado o la oportunidad nueva.

Esta actitud de servicio creemos es la que debería ser la nota de los lectores de El libro de Urantia, la que podemos construir entre todos, la que nos inspira en la elaboración del boletín Luz y Vida. ¿Somos egoístas, irascibles, torpes para comprender estas grandes verdades del libro? Pues sí, algo de ello hay en nosotros, pero Dios escucha el llamado de nuestro corazón y nos ha proporcionado este hermoso libro azul. Disfrutémoslo. Vivámoslo.

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Descubre pues con nosotros los pequeños tesoros que te ofrecemos y que esperamos te permitan descubrir las maravillas del plan divino en nuestro universo:

  • Bill Sadler nos ofrecerá algunos comentarios sobre el Prólogo de El libro de Urantia.
  • Reflexionaremos sobre algunas críticas que se hacen a El libro de Urantia de la mano del Dr. William S. Sadler.
  • John Lee hará un estudio de algunos aspectos científicos de El libro de Urantia.
  • Ken Glasziou reflexionará sobre la Conciencia, determinismo y materialismo.
  • Podréis leer también la Crónica de la vida de Jesús (un estupendo resumen del documento 152).
  • Guía de El libro de Urantia para niños: Jesús a los 17 años.
  • Otros libros de crecimiento espiritual:  Zen o el despertar en la vida diaria (Roland Yuno Rech).
  • El vídeo recomendado del mes es: ¿Me acompañas? ¡Empieza el viaje! (del canal de YouTube «Neurofisiología del espíritu»).
  • El bello cuento que este mes ofrecemos en la sección «Navegando por la vida»: El sabio y el escorpión.
  • Darío Franco nos hablará de su párrafo favorito del libro.
  • Ramiro Cuestas nos responde al «Cuestionario Urantiano» este mes.
  • Y respecto a las conferencias virtuales, la presentación de la UBIS la dará M. Helena Bañas y la charla urantiana del mes de febrero la dará Jeannie Vazquez sobre el tema de Los Ajustadores del Pensamiento, el viernes 23 de febrero.

Permitidme que termine con una historia de un hermoso libro de un sacerdote católico:

«Jesús enseñaba a sus discípulos en parábolas. Y les decía:

El reino de los cielos es semejante a dos hermanos que vivían felices y contentos, hasta que recibieron la llamada de Dios a hacerse discípulos. 

El de más edad respondió con generosidad a la llamada, aunque tuvo que ver cómo se desgarraba su corazón al separarse de su familia y de la muchacha a la que amaba y con la que soñaba casarse. Pero, al fin, se marchó a un país lejano, donde gastó su propia vida al servicio de los más pobres de entre los pobres. Se desató en aquel país una persecución, de resultas de la cual fue detenido, falsamente acusado, torturado y condenado a muerte. 

Y el Señor le dijo: “Muy bien, siervo fiel y cumplidor. Me has servido por el valor de mil talentos. Voy a recompensarte con mil millones de talentos. ¡Entra en el gozo de tu Señor!”. 

La respuesta del más joven fue mucho menos generosa. Decidió ignorar la llamada, seguir su camino y casarse con la muchacha a la que amaba. Disfrutó de un feliz matrimonio, le fue bien en los negocios y llegó a ser rico y próspero. De vez en cuando daba una limosna a algún mendigo o se mostraba bondadoso con su mujer y sus hijos. También de vez en cuando enviaba una pequeña suma de dinero a su hermano mayor, que se hallaba en un remoto país, adjuntándole una nota en la que decía: “Tal vez con esto puedas ayudar mejor a aquellos pobres diablos”. 

Cuando le llegó la hora, el Señor le dijo.: “Muy bien, siervo fiel y cumplidor. Me has servido por valor de diez talentos. Voy a recompensarte con mil millones de talentos. ¡Entra en el gozo de tu Señor!”. 

El hermano mayor se sorprendió al oír que su hermano iba a recibir la misma recompensa que él, pero le agradó sobremanera. Y dijo: “Señor, aun sabiendo esto, si tuviera que nacer de nuevo y volver a vivir, haría por ti exactamente lo mismo que he hecho”. 

Esta sí que es una buena noticia: un Señor generoso y un discípulo que le sirve por el mero gozo de servir con amor.»