Editorial – septiembre 2023

El momento perfecto de sembrar

Septiembre 23-2Una vez más, tras la pausa vacacional, retomamos nuestro boletín Luz y Vida en este mes de septiembre. Además, venimos con la ilusión de poder asistir al primer encuentro presencial nacional tras la pandemia, en Ciudad Real.

En este número de septiembre volvéis a encontrar reflexiones, descubrimientos, materiales de estudio, recomendaciones de vídeos o audios, etc., que esperamos os agraden. Te invitamos, querido lector, a realizar con nosotros un mes más este viaje por El libro de Urantia y sus fascinantes detalles.

Comencemos, pues.

Todos habremos tenido la oportunidad de ver a algún bebé que está aprendiendo a caminar, ¿no? A pesar de caerse una y otra vez en sus intentos por caminar, persiste en este empeño por andar y vuelve a levantarse de forma incansable. Los más pequeños son pura energía y puro aprendizaje. Están descubriendo su propio cuerpo, aprenden sobre la vida material, con sus posibilidades y retos. Todos hemos pasado por esa etapa, que de forma inevitable nos permite conocer y adentrarnos en lo que es la vida en la Tierra, en la materia, en este universo del espacio y tiempo.

No obstante, los adultos hemos seguido aprendiendo, no hemos permanecido en esa fase puramente sensorial y motora de nuestro desarrollo. ¿No hemos seguido progresando? ¿La vida nos arrastra a base de experimentar sensaciones como «ganas de comer esta hamburguesa», «deseo de estar tumbado en el sofá» o «me interesa ver en el móvil todos los shorts posibles»? ¿Actuamos según parámetros primarios, limitados a lo más instintivo, como pequeños animalitos?

En una impactante frase, el maestro de cábala Mario Sabán nos da la clave: o la gente entra al mundo espiritual o se suicida. A estas alturas de la civilización no se puede vivir solo por la materia. ¿El último modelo de móvil me dará la satisfacción en mi vida? ¿Lo hará tal vez el novísimo coche recién comprado en el concesionario, o el viaje a ese sitio tan paradisiaco?  ¿Cuántos coches, casas o iPhones nos van a hacer falta para sentirnos plenos y felices?

Todos sabemos la respuesta. La materia no da más de sí. No le podemos pedir a la materia algo que, en sí misma, no puede dar. Muchas estrellas de cine o cantantes lo han comprobado por sí mismos: llegan al éxito, se alcoholizan, se drogan, se pierden a sí mismas. Podemos preguntarnos: si lo tenían todo, ¿por qué cayeron? Esa es la cuestión: lo tenían todo en la materia y pensaban que ya no podían seguir avanzando más, que ese éxito material o social no daba más de sí. Sin embargo, esas personas insatisfechas no tenían acceso a la parte espiritual en su vida, les faltaba el sentido por el que utilizar la materia, ese instrumento de nuestro crecimiento. La materia debería estar al servicio de nuestro proyecto, del sentido que tiene nuestra vida. Por ejemplo: compro este coche para poder ir al trabajo y ayudar a mis alumnos; no acumulo objetos o dinero sin más, no me aturdo sin fin con sensaciones.

Jesús sabía mantener un buen equilibrio en su vida entre el componente material y el espiritual. Tenía una doble naturaleza y un doble propósito en su vida, que le daba sentido a todo:

Tened siempre presente la doble finalidad del otorgamiento de Miguel en Urantia:

  1. Adquirir la experiencia completa de vivir una vida de criatura humana en carne mortal y culminar su soberanía de Nebadon.

  2. Revelar al Padre Universal a los moradores mortales de los mundos del tiempo y el espacio y llevar más eficazmente a esos mismos mortales a una mejor comprensión del Padre Universal. 128:0.2-4 (1407.2-4)

En nuestro querido Maestro encontramos un magnífico humano que

Trabajó, se cansó, descansó y durmió. Tuvo hambre y la sació con alimentos, tuvo sed y la apagó con agua. Experimentó toda la gama humana de sentimientos y emociones; fue «probado en todo como vosotros»; sufrió y murió. 128:1.2 (1407.7)

Pero que también sabía estar constantemente en la presencia divina, dándole un sentido profundo a su vida:

Incluso mientras luchaba contra la pobreza y trabajaba duramente con sus manos para cubrir las necesidades básicas de su familia, era cada vez más consciente de ser un Hijo de Dios; sabía que era el hacedor de los cielos y de la misma tierra donde estaba viviendo su existencia humana. Y en todo el gran universo que lo observaba, las huestes de seres celestiales sabían también que este hombre de Nazaret era su amado padre-Creador y Soberano. 128:1.13 (1409.3)

El mismo ser que caminaba con sus poderosas piernas por los polvorientos caminos de Galilea afirmaba:

«Yo soy el Alfa y el Omega, el principio y el fin, el primero y el último». 128:1.10 (1408.7)

Qué gran enseñanza la de nuestro Maestro: no rehuía la materia ni la rechazaba, sino que la vivía, la utilizaba para producir un mayor crecimiento y expansión.

Hay muchos ejemplos significativos en El libro de Urantia que nos muestran a Jesús de Nazaret viviendo plenamente la vida material, trayendo la «luz celestial» a la materia y elevándola de esta forma. Por ejemplo: conocemos por El libro de Urantia que él tuvo y mantuvo una familia, y amó profundamente a todos sus miembros. De esta forma nos mostró un gran ejemplo para las familias:

Septiembre 23-3

 

Otro ejemplo: conocía lo sabio que es tener y administrar el dinero como herramienta útil de nuestra vida, aunque también nos advierte de los peligros a los que pueden llegar los que aman las riquezas y codician los bienes fraudulentos.

Mientras trabajó con Zebedeo solo había percibido pequeñas sumas de dinero que enviaba mensualmente a su familia de Nazaret. Unos meses iba José a Cafarnaúm a buscar el dinero y otros pasaba Judá por Cafarnaúm, recibía el dinero de Jesús y lo llevaba a Nazaret. 129:2.1 (1421.6)

Pedro dijo: «Entonces, Señor, ¿quién puede salvarse? ¿Quedarán fuera del reino todos los que tienen riquezas?». Jesús respondió: «No, Pedro, pero todos los que ponen su confianza en las riquezas tienen pocas probabilidades de entrar en la vida espiritual que conduce al progreso eterno. Sin embargo hay muchas cosas imposibles para el hombre que no están fuera del alcance del Padre del cielo; deberíamos reconocer más bien que con Dios todo es posible». 163:3.2 (1803.4)

 

Septiembre 23-4

Pero sigamos profundizando un poco más en este tema y sus repercusiones en los lectores de El libro de Urantia. Actualmente en Occidente observamos que, a grandes rasgos, existe cierta tensión entre dos planteamientos acerca de la materia y cómo vivir en ella.

Si observamos las filosofías orientales tan en boga, tienden a buscar la elevación o ir hacia la luz dejando atrás la materia, los deseos o apegos. Krishamurti, el sabio hindú, hablaba precisamente de renunciar a la mente racional, pues nos puede engañar, y debemos salir de las ataduras de la materia o la carne en la mente.

Por otro lado, en Occidente estamos rodeados del planteamiento materialista del marxismo y el capitalismo, unas cosmovisiones puramente materiales que entienden que todo en la vida son deseos materiales o de la carne, sin trascendencia alguan.

¿Debemos huir, rechazar la materia y sus apegos, como propugna por un lado Oriente? ¿O mejor sería vivir todos los deseos materiales, pues es lo único que existe realmente?

No nos confundamos: ni todos los deseos son puramente materiales (como afirman unos) ni todos los deseos son apegos (como dicen otros). Realmente la mayoría de los deseos no son materiales, aunque se pueden «tapar» con materia, pues son deseos del alma.

Imaginemos esta situación: una señora entra en una zapatería y se compra un zapato; luego 2 más, después sigue comprando 3 pares más, así hasta 40 pares, luego llega a los 50 pares. ¿Ya estará satisfecha la señora en ese momento? ¿Ese consumo excesivo ha dado respuesta al deseo de su alma de sentir la belleza en sí misma?

Lo que nos enseña el Maestro es la búsqueda del equilibrio en la vida. No se trataría de elevarnos hacia la luz, rechazando la materia, o de vivir solo desde los sentidos y los instintos. Se trataría de traer a la Tierra, a nuestro planeta, a la materia, el reino de los cielos, tal como dice el Padrenuestro:

Que venga tu reino; que se haga tu voluntad
En la tierra como en el cielo. 144:3.5-6 (1620.3-4)

Somos, sin ninguna duda, seres viviendo la experiencia de la materia:

El hombre es una criatura del suelo, un hijo de la naturaleza; por mucho que se esfuerce por escapar de la tierra, al final tiene el fracaso asegurado. Es literalmente cierto para toda la humanidad que «polvo eres y al polvo volverás». 68:6.1 (769.6)

Pero no solo estamos hechos de materia: al mismo tiempo somos seres espirituales. Esta dualidad en nuestra vida es inevitable y está planificada para nuestro bien, para el mejor bien del universo:

En todo mortal existe una naturaleza dual: la herencia de las tendencias animales y el alto impulso de la dotación espiritual. Durante la corta vida que vivís en Urantia, estos dos impulsos distintos y opuestos rara vez se pueden conciliar del todo, difícilmente se pueden armonizar y unificar. Pero a lo largo de toda vuestra vida, el Espíritu combinado os asiste siempre para ayudaros a someter cada vez más la carne a la guía del Espíritu. Aun cuando debéis vivir vuestra vida material por completo, aun cuando no podéis escapar del cuerpo y sus necesidades, tenéis sin embargo, en propósito y en ideales, cada vez más poder para someter la naturaleza animal al dominio del Espíritu. Existe verdaderamente dentro de vosotros una conspiración de fuerzas espirituales, una coalición de poderes divinos, cuyo propósito exclusivo es liberaros finalmente de la esclavitud material y los impedimentos finitos. 34:6.9 (381.3)

Septiembre 23-1

La importancia que da nuestro Creador a la materia, a vivir nuestra vida en ella, nos debe hacer reflexionar. ¿Para qué nos sirve la materia ahora?

A nivel de civilización, nos ha servido para tener cada vez más tiempo. Por ejemplo: si mis bisabuelos no tenían nevera, tenían que dedicarse a salar las comidas, hacer encurtidos, embutidos, etc., algo que requiere su tiempo. O si mi tatarabuela no tenía lavadora, debía ir al río y dedicar bastante tiempo a lavar sábanas, ropas, pañales, etc. La tecnología nos ha servido, pues, para tener actualmente mucho tiempo libre.

Y ahora ¿qué podemos hacer? Somos la primera generación que tenemos el gran privilegio de tener mucho tiempo disponible, pero también tenemos mucho vacío existencial, producto precisamente del tiempo libre del que disponemos. Muchos antepasados nuestros lucharon para conseguir que en este momento de la civilización una generación tuviera tanto tiempo disponible (para estudiar, desarrollarnos, expandirnos) y, ahora que tenemos tanto tiempo libre, la gente no sabe qué hacer con él: viaja por todas partes del mundo, juega con videojuegos, etc. Se busca la diversión, pero cuando esta llega a un nivel se produce un hastío o aburrimiento de esta diversión.

Disponemos de tiempo libre gracias a la tecnología y tenemos tiempo para meditar sobre la realidad del universo, por ejemplo. Nuestros antepasados, en cambio, trabajaban horas en el campo, en la limpieza o en la cocina. No disponían de tiempo para meditar sobre el sentido de la vida o la realidad, solo algún monje en un monasterio tenía antes ese privilegio de estudio y reflexión. Esta generación que dispone de bibliotecas enteras, acceso inmediato a través de Internet, ahorro de tiempo con la tecnología… ahora, curiosamente, vive en un vacío existencial.

La medicina y los avances tecnológicos también han hecho que podamos vivir más tiempo. Por primera vez en la historia encontramos a personas de 60 años que pueden tener una esperanza de vida mayor, pueden tener 20 o 30 años por delante. ¿Qué pueden hacer ahora cuando se jubilen? ¿Qué van a hacer entonces con tanto tiempo? Lo deberíamos aprovechar muy bien, pues durante siglos nuestros antepasados trabajaron sin parar con el fin de conseguir este logro actual del que disfrutamos. Durante generaciones, la humanidad debía luchar por la subsistencia, pero ahora no estamos en esas condiciones de lucha diaria por la supervivencia como para estar ocupados nada más que por las cosas materiales. Llega el momento histórico y crucial en el que ya no se puede huir más del alma, de la espiritualidad. La materia ya no da más de sí: necesitamos vivir con sentido nuestra vida, necesitamos algo con profundidad, con fondo, en nuestra vida.

Ahora es el momento de poder mostrar al mundo las enseñanzas inigualables de nuestro amado Creador y Maestro. Esas enseñanzas pueden llenar el vacío existencial actual y dan sentido a nuestra vida. Los lectores de El libro de Urantia tenemos terreno fértil alrededor, como nuevos sembradores, a imagen de aquella antigua parábola que Jesús de Nazaret expuso sobre una barca. Y como aquel sembrador, tendremos obstáculos y problemas, pero no importa, pues como decía Tomás en su interpretación de ese cuento, no tenemos control sobre todas las cosas:

Jesús asintió con un gesto, y Tomás dijo: «Hermanos, no quisiera prolongar esta discusión, pero si así lo deseáis, os diré que pienso que esta parábola fue dicha para enseñarnos una gran verdad. Y es que, por mucho que nos esforcemos en ejecutar nuestra misión divina con eficacia y fidelidad, el éxito de nuestra enseñanza del evangelio del reino será muy variable, y que todas estas diferencias de resultado serán consecuencia directa de las condiciones inherentes a las circunstancias de nuestro ministerio, condiciones sobre las que tenemos poco o ningún control». 151:2.6 (1691.1)

Respondamos a la esperanza de tantas generaciones que lucharon y sufrieron por conseguir este momento actual: tiempo para desarrollarnos espiritualmente en este universo material. Ahora es el momento perfecto para sembrar.

Septiembre 23-5