La esperanza
Bienvenidos, bienvenidas, a este nuevo número del boletín «Luz y Vida».
«Si tú piensas que no podemos cambiar el mundo, simplemente significa que tú no eres una de esas personas que lo harán» (Jacques Fresco).
Esta provocadora frase, más que una declaración, es una invitación a removernos del sofá de nuestra comodidad, una invitación a ser protagonistas de nuestra propia historia, con la convicción de que el cambio es posible cuando creemos en él y lo perseguimos con determinación.
Los medios de comunicación, las redes sociales, nos insuflan constantemente problemas, nos bajan la moral con preocupaciones sobre una avalancha de contratiempos de lo más variado, luego, ¿qué es lo que nos permite seguir avanzando en la vida y no tirar en estos mismos momentos la toalla ante la vida? ¿Por qué seguimos avanzando y no desfallecemos?
La respuesta es la esperanza, esa fuerza interna, esa chispa que nos impulsa a soñar con un futuro mejor y a trabajar para hacerlo realidad. Una fuerza que nuestro querido Maestro nos legó, en sus palabras y en sus obras, y que sus seguidores (de entonces y de ahora) queremos continuar:
Aprendieron que la religión, cuando tiene una motivación enteramente espiritual, hace que toda la vida valga más la pena: la llena de propósitos elevados, la dignifica con valores transcendentales, la inspira con motivaciones magníficas y reconforta al alma humana en todo momento con una esperanza sublime y vigorizante. 155:3.7
Es muy significativo que un filósofo de la talla de Byung-Chul Han haya resaltado en su última obra la importancia de la esperanza en un mundo que a menudo parece dominado por el cansancio y la desesperanza. En su visión, la esperanza no es simplemente un optimismo superficial ni una expectativa de éxito personal. Nos invita a salir del «yo encapsulado» para formar parte de un «nosotros» que trabaja en conjunto, guiado por un horizonte compartido. Es, según Han, un acto de creación colectiva, una construcción de sentido que nos permite imaginar un futuro más humano y equitativo, un futuro mejor para todos.
Esta idea se alinea con las palabras del líder checo Václav Havel: «La esperanza no es optimismo. No es el convencimiento de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, al margen de cómo salga luego». Este enfoque nos recuerda que la esperanza no depende de los resultados inmediatos, sino de la convicción de que nuestras acciones tienen un propósito más allá de lo visible. En tiempos donde la tecnología, como la inteligencia artificial, puede automatizar muchas tareas, la verdadera esperanza reside en la capacidad humana de soñar con lo que aún no existe y crear lo nuevo a partir de ello.
Y es que la esperanza es, en esencia, una fuerza que nos une al plan cósmico de Dios. «El hombre mortal puede enfrentarse a los rigores del tiempo y las tribulaciones de la existencia terrenal con fe y confianza porque sabe que es un hijo de Dios y que su vida en el tiempo es una preparación para la eternidad». En medio de las dificultades del día a día, esta fe en un propósito trascendental es el ancla que nos mantiene firmes, sabiendo que, más allá de los desafíos temporales, nuestra vida tiene un significado más grande.
Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar. Ni se enciende un candil y se pone debajo del almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille vuestra luz delante de los hombres de tal forma que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. 140:3.13
El místico y escritor Anthony de Mello, cuyas enseñanzas han tocado profundamente los corazones de miles de personas, nos ofrece una perspectiva aún más íntima de la esperanza. En su libro Despierta, nos dice: «La vida es aquello que sucede cuando no estás dormido. Despierta, abre los ojos, y verás un mundo completamente nuevo a tu alrededor». Para de Mello, la esperanza no es solo algo que anhelamos para el futuro, sino un estado de despertar en el presente. Nos invita a mirar más allá de nuestras preocupaciones cotidianas, a reconocer la belleza y el potencial que ya existen en nuestras vidas y en el mundo.
Esta visión tan íntima de la esperanza como un despertar nos recuerda que no es suficiente esperar a que algo cambie, sino que debemos abrir los ojos y descubrir lo que ya está presente y listo para transformarse. Como de Mello afirma: «El mayor regalo que se le puede hacer a alguien es abrirle los ojos, porque la verdad ya está aquí. Solo hay que verla».
Queridos amigos lectores, en este mes de noviembre, mientras enfrentamos los retos globales y personales, recordemos que la esperanza es más que una emoción pasajera; es una fuerza que nos conecta con lo divino, nos impulsa a actuar y nos permite despertar a nuevas posibilidades. Como nos dice el propio Jesús de Nazaret:
Yo soy la esperanza de todos los que conocen la verdad viva. 182:1.23
La esperanza es el arma más poderosa que tenemos, tiene el poder de cambiar el mundo, pero sobre todo, de cambiarnos a nosotros mismos, pues ensancha nuestras almas.
3. ¿Es la esperanza —la grandeza de la confianza— deseable? Entonces la existencia humana debe afrontar constantemente inseguridades e incertidumbres recurrentes. 3:5.8
Un joven piloto francés tuvo un accidente en el desierto de Sáhara (él y su compañero de vuelo serán salvados, cuatro días después, por unos beduinos). Esta experiencia le hará reflexionar a fondo sobre la vida. Hablamos de Antoine de Saint-Exupéry y en 1943 crea el relato El principito, que ha tenido y continúa teniendo una enorme influencia. Este joven principito representa la espontaneidad de la vida, critica una y otra vez la mentalidad burocrática y calculadora, fría, característica del mundo moderno y de las personas mayores que son «serias» y «aman la cifras»:
«Cuando les habláis de un nuevo amigo, no os interrogan jamás sobre lo esencial. Jamás os dicen: ¿Cómo es el timbre de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefiere? (…) En cambio, os preguntan: ¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre? Solo entonces creen conocerlo.»
Nuestra cultura parece tener cada vez más dificultades para apreciar lo vivo y espontáneo, se orienta hacia lo abstracto, numérico y racional. Pero cuando reflexionamos con El libro de Urantia, cuando profundizamos en la realidad, encontramos la fluidez de la vida, la profunda interpenetración que impregna la realidad y captamos nuestra equivocación al creer que el mundo está hecho de cosas inertes, separadas y fragmentadas.
Solo con que pudierais percibir su funcionamiento de hecho, comprobaríais que hay unidad en el universo cósmico. 133:5.8
Como ya vio Niels Bohr, la física cuántica comporta «una revisión radical de nuestra relación con la realidad física», una visión sorprendentemente dinámica e indivisible de la realidad.
«Para la mente apagada, toda la naturaleza es plomiza. Para la mente iluminada, el mundo entero está encendido y destella luz.» R.W. Emerson
A impulsar la belleza y fluidez de la vida, a proclamar la esperanza, a promover el mensaje de nuestro querido Maestro Jesús, nos dedicamos quienes confeccionamos este sencillo boletín. Y por ello, os animamos a que no os perdáis los interesantes trabajos de este mes de noviembre.
«Mientras aún le quede luz a la estrella nada estará perdido. Nada.» Paul Celan
Con esperanza,
El equipo editorial de Luz y Vida