La riqueza de contenidos de El libro de Urantia aporta multitud de párrafos apasionantes y que sin duda nos han marcado a todos los lectores. Impresionado en general por el tema concreto de los Ajustadores del Pensamiento he elegido unas líneas, creo que únicas a lo largo de todo el libro, en las que un Ajustador toma la palabra y habla por sí mismo, al referirse a su asociado mortal.
110:7.10 (1213. 6) …El Ajustador pedía entre otras cosas, “Que me conceda más fielmente su cooperación sincera, soporte más alegremente las tareas de mi posición, lleve a cabo más fielmente el programa planeado por mí, pase más pacientemente por las pruebas que he escogido, camine de manera más perseverante y alegre por el sendero que he elegido…Seré fiel a la personalidad que me ha sido confiada. Y le exhorto a sobrevivir, a que no me decepcione, a que no me prive de la recompensa de mi lucha paciente e intensa. Dependemos de la voluntad humana para conseguir la personalidad”.
Lo que voy a expresar a continuación es únicamente una opinión basada en mi experiencia personal al respecto. Este párrafo supuso un fuerte impulso de cara a conocer mejor a ese ser maravilloso que habita en mí.
El hecho de que una parte de Dios, mi Padre, resida en mí por su propia generosidad, me resulta en sí mismo alucinante, y supone para mí la mayor aventura que un ser humano pueda abordar y experimentar.
Cuando dos seres poseen la potencialidad de llegar a unirse para formar uno, sin duda es cosa de dos, y requiere acercarse, conocerse, compartir y experimentar JUNTOS. Como potencialidad de unión esa posibilidad ya existía, existe y existirá. Es una realidad. Si el interés es por ambas partes, ya se está realizando y es real. Ser consciente de esto me produce una gran alegría y sincera ilusión compartida.
Y es que esta relación con el Ajustador, contemplando y aceptando su guía así como sus propósitos, unida a nuestra libertad de elección, propicia la posibilidad de crearnos experiencialmente el uno con el otro, el uno en el otro, a medida, como lo haría un sastre confeccionando su propio traje. Siempre he pensado que estamos aquí para crearnos a nosotros mismos, tanto a nivel físico como mental y espiritual. Para edificar nuestra propia alma, nuestra auténtica personalidad e identidad en nuestro Padre, y esto es un regalo, un reflejo de la voluntad cósmica universal del Padre de crear, de la cual también nos hace partícipes a través de nuestra relación con el Ajustador.
Esta amistad con nuestro Ajustador implica cultivar una relación íntima y sincera, una colaboración, una confianza total en todo momento, en todos los detalles incluso desde los más aparentemente efímeros hasta los más significativos. Es un vivir en común, desde ahora, construyendo conscientemente esa relación mutua que nos llevará hacia esa deseada unión. Pero todo esto hay que trabajarlo conscientemente en todo momento, y como he comentado, disfrutándolo en alegría e ilusión.
Y esa relación, como lo son todas, se inicia y se continúa pensando, sintiendo, hablando y comunicándonos con él, a nuestra manera. No habrá dos fórmulas iguales en todo el universo. Eso no importa, él sabe adaptarse y utilizará los canales más adecuados para cada cual. Y no es cierto, como he escuchado a algunos lectores, que nuestro Ajustador no responda: lo hace siempre a pesar de su dificultad respecto a nuestro bajo nivel, porque le va mucho en ello y porque nos adora. Somos su objetivo, su ilusión… su sentido de ser. Aquí cabría aplicar el refrán «no oye quien no se aplica en escuchar y querer entender».
Los humanos no podemos unirnos entre nosotros de manera total, no existe esa posibilidad en Urantia, pero la posible unión con nuestro Ajustador, que es el acercamiento y la unión progresiva con nuestro Padre, es algo único que solo se puede dar entre ambos, superando todo tipo de unión tal como la consideramos entre humanos. Es algo trascendente y superior.
Y en esta relación con mí Ajustador, soy consciente de que me estoy relacionando directamente con mi Padre. En algunas ocasiones me suelo dirigir a mi Ajustador diciéndole «esa parte de mí, que eres tú». Pero todo esto es únicamente tal como yo lo siento, y posiblemente sea muy diferente a como otros lo vivan. Pero eso no importa.