Aprender y crecer como los niños
En este número de septiembre (2021) de nuestro boletín Luz y Vida os ofrecemos novedades que esperamos os agraden. Todo en la vida sufre cambios y nuestra revista también crece un poquito más. Permanece nuestra ya clásica y exitosa sección de trabajos realizados por lectores de El libro de Urantia, donde descubrimos fascinantes aspectos del libro (Gobekli Tepe, El arte de vivir, etc.)
Seguimos haciendo alusión a libros inspirados en El libro de Urantia que esperamos os animéis a leer, pues merecen la pena ser leídos. Continúan también los resúmenes de la cuarta parte que hemos titulado «Crónica de la vida de Jesús», que nos pueden ser útiles en el estudio de la vida de Jesús de Nazaret.
Pero también hemos querido que nuestra revista digital siga viva y creciendo con nuevas secciones. Os animamos, desde este mes, a descubrir las perlas de sabiduría que relatos, parábolas y poemas nos estimulan a seguir creciendo espiritualmente desde la sección «Navegando por la vida».
¿Tenéis alguna cita de El libro de Urantia que os impacta, emociona o conmueve? Pues no dudéis en enviárnosla a nuestra dirección de correos para difundirla en la nueva sección «Mi párrafo favorito». Las personas que formamos la Asociación Urantia de España estamos abiertas a vuestras propuestas y trabajos. No dudéis en poneros en contacto con nosotros. ([email protected]).
Os ofrecemos material muy variado de carácter «urantiano» ya que el Movimiento Urantia es algo hermosamente dinámico y diverso. Un material que nos permite hacer más concreto, cercano y atrayente el polifacético Libro de Urantia. Un libro que nos anima también a crecer, a no estancarnos en nuestro crecimiento espiritual, a descubrir y curiosear nuestro universo y sus asombrosos habitantes.
La curiosidad,
el espíritu de investigación,
el instinto de descubrimiento,
el impulso a la exploración,
es parte de la dote innata y
divina de las criaturas evolutivas del espacio.
(14:5.11)
Así es como podemos comprender los sorprendentes encuentros de Jesús de Nazaret con los niños. Jesús recrimina a sus apóstoles cuando no permiten que los niños se le acerquen a Él. Jesús los nombra como modelo para todos, es decir, para sus paisanos, discípulos… y para nosotros que vivimos en el siglo XXI.
«De cierto, de cierto os digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño, difícilmente podrá entrar en él y crecer hasta la estatura plena de la hombría espiritual».
(167:6.1)
¿Imaginamos cómo serían nuestras vidas en Urantia si estas se orientaran según una serie de actitudes que manifiestan los más pequeños?
Mostraríamos CURIOSIDAD, saliendo de nuestra zona de confort, aprendiendo hasta el último día de nuestras vidas.
Actuaríamos sin MIEDO a fallar, al ridículo, a decepcionar… pues siempre estamos aprendiendo en la vida.
Disfrutaríamos de momentos de DIVERSIÓN, y no solo de seriedad y trabajo estresante.
Nos relacionaríamos sin PREJUICIOS, sin estereotipos; entre seres humanos, personas con emociones muy similares.
Viviríamos con ENTUSIASMO y alegría en nuestro día a día.
Y sobre todo, con la HUMILDAD y con la CONFIANZA de que estamos en manos de Alguien mucho más grande que nosotros, que nos ama con un amor incondicional.
No dudemos que el mismo Dios que nos ha creado es el mismo Dios que disfrutó de los juegos y risas con los más pequeños de su pueblo junto al taller. Nuestro Dios es un Dios que valora el humor, la alegría, la curiosidad y la diversión. Lástima que a veces perdamos de vista esta bella verdad.
Este talante que tiene nuestro Dios tiene profundas implicaciones en nuestras vidas. Por ejemplo, el sentido que tiene nuestra vida se puede comprender mejor desde esta óptica del juego y descubrimiento. Recurramos a una historia que el rabino Yehuda Berg narra con sencillez:
«Tienes 10 años. Tú y unos cuantos chicos más os reunís para jugar al escondite. Estás listo para divertirte a lo grande. El juego empieza y te toca cerrar los ojos, contar y buscar. Cuentas hasta diez. Estás emocionado. Lleno de entusiasmo. Cuando terminas de contar hasta diez y abres los ojos hay una sorpresa. ¿Por qué? ¡Porque nadie se escondió y todos están parados delante de ti! ¿Te sientes feliz? No, para nada. ¿Puede lograrse el objetivo del juego, que es experimentar placer? De ningún modo. A pesar de haber «encontrado» a todos los chicos, ¿te estás divirtiendo? Por supuesto que no. Porque para disfrutar del juego, todos los amigos deben estar escondidos. El esfuerzo de encontrar a cada chico por separado es lo que hace que este juego sea tan placentero, que valga la pena. El acto de esconderse es el mecanismo que produce toda la diversión.
»A nuestro Creador le ha gustado esconder en el mundo toda la dicha y la satisfacción infinita. Ahora, debemos salir y encontrar esa Luz. Ahí está el significado profundo de nuestra existencia: encontrar las verdades escondidas de la vida, encontrar la Luz en este gran juego que es nuestra existencia, para regocijarnos una vez logrado.»
Aprender jugando, descubriendo por nosotros mismos las grandes verdades o valores de la existencia. Así nos lo explica El libro de Urantia cuando nos va enumerando las diferentes inevitabilidades de nuestra existencia.
Ahora comprendemos mejor este juego eterno que es nuestra vida.
3:5.5 (51.4) Las incertidumbres de la vida y las vicisitudes de la existencia no contradicen de ninguna manera el concepto de la soberanía universal de Dios.
3:5.15 (52.1) Una inteligencia libre e inexperimentada no puede ser de ninguna manera uniformemente sabia al principio.
3:5.16 (52.2) Todas las cosas divinas que la mente humana capta y que el alma humana consigue son consecuciones experienciales; son realidades de la experiencia personal y son, por lo tanto, posesiones únicas.
Vemos, pues, que todo está cuidadosamente planificado para que busquemos y descubramos por nosotros mismos las perlas de la Vida.
Ahora, en este momento, y cada día de nuestra existencia, comienza el juego del escondite. Dios se esconde y a nosotros nos ha tocado buscarlo. ¿Jugamos el gran juego? ¿Nos divertimos?